25 mar 2012

alt.pyro/exe

Hoy escribí esto en el camión junto con otras cosas:




"Quiero volver a escribir en mi blog, pero todo lo que se me ocurre escribir lo pienso cuando ya apagué la computadora. Pienso en ello cuando estoy en la cama a punto de dormir, pero no le dedico mucho tiempo. No me dura más que unos minutos. Voy componiendo oraciones, suenan bien, pero no crecen más".






Estoy tratando de ponerle título a este post y no se me ocurre nada (nota mental: ya tiene título y creo que quedó bien). Siento como si, en un año, hubiera olvidado repentinamente cómo escribir un blog. Veo la barra del título de Blogger y siento como si una condición forzosa de mi blog fuera poner títulos pretenciosos, algo arrogantes y muy crípticos. Como los que solía poner. Por el otro lado, y también extrañamente, veo la extensión de mis posts y me sorprende a mí mismo la cantidad de textos que escribía y la longitud. No puedo creer que hubiera gente (si es que en verdad la había) que leía todo, aunque fuera en sesiones. Si alguien de los que lee esto alguna vez leyó todo un post de los largos, tengo que decirle dos cosas: perdón y gracias.




Sí. Hace poco más de un año dejé de escribir en el blog. Pasaron muchas cosas. Muchas, muchas cosas. En vez de enumerarlas y escribir toneladas sobre cada inciso, pondré algunos ejemplos: antes tenía una computadora Toshiba Satellite de 1999 con la que me conectaba a internet por dial-up; ahora, tengo una computadora de verdad con internet de verdad. Antes la prendía un par de veces a la semana y revisaba cosas importantes; ahora debo prenderla prácticamente diario (menos los fines de semana). Antes tenía demasiado tiempo libre; ahora no, y por motivos que son tan ridículos que me niego a mencionarlos. Antes sólo subía imágenes por urls; ahora tengo cómo sacar fotos y subirlas aquí. Antes me gustaba, y mucho, escribir posts de 4 cuartillas. Ahora no tengo la menor intención de rebasar media página, si es que escribo nada.


Cuando comenzaron a morir todos los blogs de mis amigos y conocidos, al principio me enojaba, se me hacía una especie de falta a un imperativo biológico que quienes tuvimos un blog ahora nos hubiéramos dejado arrastrar al Twitter o, en el peor de los casos, al Facebook. La verdad es que, siendo completamente sensatos, lo sigo pensando: las redes sociales son horribles. Seré muy feliz el día en que no existan las "redes sociales" (¿alguien usa ese término? seguro son algunos de los que aún usan otros como "supercarretera de la información" o la palabra "virtual") o, más bien (más que las "redes sociales en sí") cuando a todo el mundo les dejen de parecer medianamente importantes.


Más en una especie de ejercicio que por un interés de volver a usar este blog como lo hacía antes, decidí, después de medio pensarlo algunas semanas, revivirlo. La verdad es que nunca lo consideré muerto, nunca lo vi como algo con lo que no me llevé bien al final y decidí cortar por lo sano ni nada, simplemente lo consideré detenido por circunstancias. Cuando tuve que dejar de postear lo hice porque ya no tenía tiempo. Después vino la computadora nueva y dejé de postear porque ya no tenía nada de qué hablar. En el año pasado, no hubiera podido escribir un post nuevo ni aunque mi vida dependiera de ello.


Reabrí mi blog. No sólo eso. En un ánimo similar a las personas que cuando se ponen tristes se cortan el pelo, yo le cambié todo a mi blog: la plantilla es de 2006, le cambié el nombre (que había jurado no cambiar nunca), le cambié la url (mira arriba de tu Chrome o Safari o Firefox), le cambié el diseño, borré links y links inútiles sobre los que nadie daba click. Puse widgets.


También creo que estoy más gordo que antes.


Prometo postear con relativa frecuencia posts cortos que no le hagan daño a nadie.


Los extrañé. En serio.

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