20 may 2009

El jueves 23 de abril, en la esquina de Emilio Castelar y Lafontaine, en Polanco, alguna empresa pensó que era buena idea tirar todo su equipo de cómputo viejo a la basura. Había, cpu's, monitores, diskettes gigantescos y de 3 y 1/2, discos duros externos de 112MB, mouses prehistóricos, teclados con cable como del que tienen los teléfonos. Yo me llevé más de 200 diskettes de tres y medio. Revisándolos hace unos días, resulta que algunos tienen fotos, no muy interesantes, sobre todo fotos de bolsas, carteras y tiendas Michel Domit o de las instalaciones de una especie de Hotel Resort llamado El Santuario. Como no tengo nada interesante para este post, he aquí unas más o menos pasables; ninguna es más vieja que del 2002 y por ahí hay una del 97.

* * *

























el próximo post se va a llamar "oye fangoso, ¿qué vas a hacer con eso? ¿quién eres?"

6 comentarios:

La Bota y la Falda dijo...

No lo creo...
en todo caso
todas esas cosas van a otro universo, y si tú y tienes acceso a ese universo ¿por qué sigues aquí?

pfff... esq me duele la panza

M*

Anónimo dijo...

Jajaja
Maldita sea contigo Bob, ¿Por qué no me avisaste?

Hubiera ido corriendo aunque sea a tomar fotos.

Amo ver ese tipo de tiraderos improvisados.

Anónimo dijo...

No hay duda de que lo que va dejando detrás la gente son pedazos de historias mal encadenadas. Me acordé de una larga disertación de Marías sobre como el basurero es la biografía no autorizada de las personas.

Bob dijo...

ah, eso de Marías está buenérrimo!

Rodrigo dijo...

Como tu computín de confianza me veré obligado a incautar todo ese equipo.

Poala dijo...

Jajaja nunca me pasan cosas así! (debería haber cantado más fuerte, juar)
Eso de los cpu’s tirados en una esquina me recuerda a una exposición (que probablemente siga ahí) en el Macay, el museo moderno de Merida o algo así.
Era un cuarto y habían un montón de laps, cpu’s, creo que teles y demás aparatos, en la pared sus empaques de unicel. Era sobre conciencia ecológica y yara yara, pero siempre que entraba se me antojaba llevarme uno de esos aparatitos conmigo, el de seguridad siempre se me quedaba viendo, yo creo que sospechaba.