12 feb 2013

Golbat Espiritual

¿No les ha pasado que ven a gente mucho mayor que ustedes hacer bromas pésimas, similares a las que uno hacía en su adolescencia, como entre los 18-21 años, y piensan: "quizá nadie le advirtió que estaba atorado en la mitad de su vida y ahora estar atorado debe ser para él como un modus vivendi digno, jocoso, rentable y hasta provechoso"? Sientes que si alguien hubiera venido a ti a tus 21 años y te hubiera dicho: "eres un horrible ser humano", lo habrías sufrido, afrontado y eventualmente seguido con tu vida, habrías seguido creciendo, pero nadie lo hizo, y ahora eres como uno de esos Pokemones que ya no crecen más, como un vulgar Raticate o un Golbat. Coupland, en Generation X, menciona la carta que según Rilke todos tenemos al nacer y que, si hacemos las cosas bien, seremos recompensados pudiendo leerla antes de morir (algo así). En ese mismo orden de ideas y siguiendo con la analogía Pokémon, todos deberíamos tener en nuestra vida la posibilidad de apretar B mientras evolucionamos para no crecer a lo idiota y, a la vez, una roca (del tipo necesario, recuerden, eran: lunar, de fuego, de agua y eléctricas) para afrontar esos momentos donde no crecimos con igual cantidad de dignidad (cero) pero aún con la posibilidad de crecer aunque sea con una marca de tonto en la cara. Nadie quiere llegar a la mitad de los treinta siendo aún el bufón de la clase, y nadie, mucho mucho menos, quiere llegar a la edad que sea siendo de los que les aplauden. Al final, si la vida es una fiesta (la peor analogía que vas a encontrar en toda tu vida), el objetivo de ella depende en llevarte al menos tarado contigo, dormido y borracho, en tu carro rumbo a su casa o, peor, a la tuya, porque no tiene cómo llegar o vive demasiado lejos. Todas estas cosas uno las piensa en su momento, pero nadie se pone a pensar en apretar B cuando el A hace más cosas.

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