31 mar 2012

1.0.1.2.2.3,

Hace tiempo, recuerdo haber escrito (creo que en Facebook) algo así
como que la interactividad era muy 90's, porque la idea de
interactividad de las presentaciones en Flash y ventanas emergentes me
parecía algo innecesario y ridículo en la actualidad (ojo: eso lo
escribí antes de tener una MacBook con internet). Ahora, recuerdo que
hace un par de días pensaba justo lo contrario, que en los 90's no
había nada de interactividad, que simplemente no cabía en la forma de
pensar de la década, pero no recuerdo por qué. Llevo un par de
intentos por recuperar lo que estaba pensando en ese momento pero no
logro recordar nada. De una cosa estoy seguro: pensar en los 90's, la
década en la que crecí, desde hace un tiempo hace que mi cabeza
funcione a otra velocidad. Me gusta. ¿A qué velocidad corrían las
ideas en los 90's? No hablo de a qué velocidad iban nuestros cerebros
en ese entonces, la rapidez con la que se mueven los cerebros no tiene
nada que ver con la velocidad de las ideas (por ejemplo, la velocidad
actual es enorme y muchas de nuestras ideas actualmente son
redundantes y eso pareciera ser suficiente para nosotros). Me refiero
a qué velocidad iban las ideas, cómo se movían y cómo producían
cosas de manera que ahora, entre 22 y 12 años después, me hacen
pensar en aspectos que quizá no aparecerían si hubiera crecido en los
80's. Cuando éramos gobernados por el PRI todo era como una cámara
lenta constante. Si algo recuerdo de esa década es que nadie tenía
prisa. Uno ya sabia que vendrían las próximas versiones de NOW o Al
Ritmo Dance o algún nuevo personaje de los Power Rangers, que
vendrían una tras otra, pero eso no nos daba la sensación de rapidez
estúpida que tenemos ahora. Siempre que recuerdo los noventas lo hago
de dos formas: como un sábado nublado o como un día de sol en el que
no había clases y jugábamos futbol. Me pregunto cómo van a recordar
su niñez nuestros hijos. Si serán más listos que nosotros como
tantas revistas idiotas aseguran, como si ellos fueran a nacer con más
RAM automáticamente, por default. ¿Son versiones 2.0 de nosotros? Lo
dudo. Nosotros somos algo así como una versión 1.0.1.2.2.3, estamos
tan releídos y tan mezclados que dudo que una versión 2.0 pueda venir
de nosotros.

28 mar 2012

Nunca vas a saber si está temblando si miras a los árboles. Los
árboles son parte de la naturaleza, son parte de la tierra. Lo que tú
buscas cuando tiembla es una alteración de la arquitectura, un
movimiento que no se espera de un edificio. Los árboles no tiemblan.

Los ecologistas son unos imbéciles. Ya deberían saber que nuestro
propósito como especie es jodernos a la naturaleza, no reunirnos con
ella después de siglos y siglos de luchar por salir de ahí.

26 mar 2012

Quiero leer. Me urge leer algo. Lo que sea. Estoy dispuesto a aceptar
folletos o volantes, incluso cuando estoy por salir a la calle. Antes
de abrir la puerta siempre reviso si hay publicidad de una pizzería
que hay por aquí. Su diseño y hasta las fotos de las pizzas son como
de hace 20 años. Me alegra que al menos en un local cuya existencia no
me consta más que por sus volantes todavía no se sucumba a la
hipercomputarización del diseño en pos de un rotulo simple.

Recuerdo que leer era una especie de válvula de escape hace no muchos
años, quiero eso otra vez. No sé por qué pero quiero mi vida 2
pulgadas más alejada de mí.

Odio que los libros en español (traducidos o en español original, no
importa) siempre comiencen en la página 12, 15, 17 y así. Todos los
libros en inglés que tengo empiezan en la página 1. Me gustan. ¿Soy
malinchista? ¿Por qué siempre es alguien más quien hace las cosas
bien en otro lado? Es como si en español tuviéramos un culto tonto al
material impreso mediante el cual las páginas con el nombre y los
créditos tienen valor como parte del libro por derecho propio,
mientras que en inglés sólo se ve por la historia. Debe ser
decepcionante para cualquier escritor que su novela deba esperar 11
páginas antes de convertirse en libro. Y no hablemos de numerales
romanos. Son lo más ridículo del mundo. Cuando los aprendimos en la
primaria parecían tener algún sentido, casi elegantes. Pero ahora...

Nota mental: hacer un libro con numeración de páginas en Binario.

25 mar 2012

alt.pyro/exe

Hoy escribí esto en el camión junto con otras cosas:




"Quiero volver a escribir en mi blog, pero todo lo que se me ocurre escribir lo pienso cuando ya apagué la computadora. Pienso en ello cuando estoy en la cama a punto de dormir, pero no le dedico mucho tiempo. No me dura más que unos minutos. Voy componiendo oraciones, suenan bien, pero no crecen más".






Estoy tratando de ponerle título a este post y no se me ocurre nada (nota mental: ya tiene título y creo que quedó bien). Siento como si, en un año, hubiera olvidado repentinamente cómo escribir un blog. Veo la barra del título de Blogger y siento como si una condición forzosa de mi blog fuera poner títulos pretenciosos, algo arrogantes y muy crípticos. Como los que solía poner. Por el otro lado, y también extrañamente, veo la extensión de mis posts y me sorprende a mí mismo la cantidad de textos que escribía y la longitud. No puedo creer que hubiera gente (si es que en verdad la había) que leía todo, aunque fuera en sesiones. Si alguien de los que lee esto alguna vez leyó todo un post de los largos, tengo que decirle dos cosas: perdón y gracias.




Sí. Hace poco más de un año dejé de escribir en el blog. Pasaron muchas cosas. Muchas, muchas cosas. En vez de enumerarlas y escribir toneladas sobre cada inciso, pondré algunos ejemplos: antes tenía una computadora Toshiba Satellite de 1999 con la que me conectaba a internet por dial-up; ahora, tengo una computadora de verdad con internet de verdad. Antes la prendía un par de veces a la semana y revisaba cosas importantes; ahora debo prenderla prácticamente diario (menos los fines de semana). Antes tenía demasiado tiempo libre; ahora no, y por motivos que son tan ridículos que me niego a mencionarlos. Antes sólo subía imágenes por urls; ahora tengo cómo sacar fotos y subirlas aquí. Antes me gustaba, y mucho, escribir posts de 4 cuartillas. Ahora no tengo la menor intención de rebasar media página, si es que escribo nada.


Cuando comenzaron a morir todos los blogs de mis amigos y conocidos, al principio me enojaba, se me hacía una especie de falta a un imperativo biológico que quienes tuvimos un blog ahora nos hubiéramos dejado arrastrar al Twitter o, en el peor de los casos, al Facebook. La verdad es que, siendo completamente sensatos, lo sigo pensando: las redes sociales son horribles. Seré muy feliz el día en que no existan las "redes sociales" (¿alguien usa ese término? seguro son algunos de los que aún usan otros como "supercarretera de la información" o la palabra "virtual") o, más bien (más que las "redes sociales en sí") cuando a todo el mundo les dejen de parecer medianamente importantes.


Más en una especie de ejercicio que por un interés de volver a usar este blog como lo hacía antes, decidí, después de medio pensarlo algunas semanas, revivirlo. La verdad es que nunca lo consideré muerto, nunca lo vi como algo con lo que no me llevé bien al final y decidí cortar por lo sano ni nada, simplemente lo consideré detenido por circunstancias. Cuando tuve que dejar de postear lo hice porque ya no tenía tiempo. Después vino la computadora nueva y dejé de postear porque ya no tenía nada de qué hablar. En el año pasado, no hubiera podido escribir un post nuevo ni aunque mi vida dependiera de ello.


Reabrí mi blog. No sólo eso. En un ánimo similar a las personas que cuando se ponen tristes se cortan el pelo, yo le cambié todo a mi blog: la plantilla es de 2006, le cambié el nombre (que había jurado no cambiar nunca), le cambié la url (mira arriba de tu Chrome o Safari o Firefox), le cambié el diseño, borré links y links inútiles sobre los que nadie daba click. Puse widgets.


También creo que estoy más gordo que antes.


Prometo postear con relativa frecuencia posts cortos que no le hagan daño a nadie.


Los extrañé. En serio.