27 jul 2008

He visto al monstruo de cerca y el monstruo se parece a mí

Chica mucho muy guapa: Siento las miradas de los hombres en las calles todo el tiempo; en las fiestas a las que voy, a veces, se me ocurre que me hacen plática sólo porque soy atractiva o porque quieren estar cerca de mí.

Chica regular: Una vez vi que un tipo echó a llorar cuando te vio en una fiesta, sólo pasaste frente a él y se apretó el estómago con ambas manos y rompió en llanto.

Chica muy guapa no.2: Me pasa seguido.


Bueno, Bob no sabe lo que es el dinero…
Mario Flores

Entendí lo que era el dinero a través de años de extender la mano y preguntar el precio de las cosas antes de comprar nada.
Bob

Yo no había aprendido aún que existen dos humanidades muy diferentes, la de los ricos y la de los pobres. Necesité, como tantos otros, veinte años y la guerra, para aprender a mantenerme dentro de mi categoría, a preguntar el precio de las cosas antes de tocarlas y, sobretodo, antes de encariñarme con ellas
L.F. Céline


América 3-2 Santos
(Goles de Insúa y Cabañas, actuación soberbia de Ochoa)


God Speaks

I am the train driver you are the passenger

You are the train I am the track

I am the machine you are the noise

You are the ticket I am the ticket collector

I am the train and I am the bridge

You are the track if there is a derailment

David Shrigley, Human Achievement, Chronicle Books, 2002


A: Te juro que no soporto cuando se me ocurren ciertas cosas, ¿sabes?, como imágenes que te formas en la cabeza por mero ocio, casi por masoquismo, que te molestan o te turban; ahora, cuando me acuerdo de todo lo bueno que pudo haber y que ya no habrá me desespero horriblemente, siento como si algo se muriera en mí, nunca jamás me había pasado, el remordimiento es lo peor que te puede pasar.
B: Sí, pero tienes el consuelo de que tampoco te dolió tanto cuando pasó, en su momento, que sólo ahora que lo ves hacia atrás es cuando más lo resientes.
A: Eso sí, por lo menos, sí.


Thirsty, sneeze


Cuando sigues una línea en el piso, por ejemplo, te depositas, por decirlo de alguna manera, en la voluntad de la línea, tu decisión se somete a la decisión que representa seguir a esa línea, haberla elegido. Cuando bordeas una frontera o una barda o un precipicio y así, tu elección es más estática, pues tienes que mantener una distancia con lo que bordeas, tu escala se reduce a la distancia que decides mantener; nadie camina justo en el borde de un precipicio, y caminar junto a una barda se presta a acercarte mucho y llevar la mano a ella e ir tocando los barrotes o la mera superficie. Caminar junto al mar, junto a esa frontera enorme, es lo último que puedes hacer, es el último borde que te queda, y tu escala, aunque sigue siendo la de alguien que bordea una frontera, se ve empequeñecida aún más, por la capacidad del mar de moverse, de engrandecerse y achicarse, de poder entrar en una parte de él. Las moscas, por ejemplo, vuelan a la misma altura más o menos siempre. En un departamento en un primer piso, las moscas vuelan a la misma altura que en uno en el último piso del edificio. Dudo que las moscas vuelen a cientos de metros a nivel de la superficie. Caminar a lado de alguien es un poco más complicado, y seguirle incondicionalmente un poco menos.


A: no, no está mal que todo el mundo te desagrade
B: entonces sé de muchas personas que me deben disculpas, pero estoy seguro que si las recibiera me sentiría miserable
A: sí, así pasa


Eres como muchas cosas, ya te lo he dicho, pero bien a bien no sé cómo eres y eso es raro, hay mucho que me doy cuenta que no pasa normalmente aquí y que me gustaría que lo hiciera, sabes que seguiría allí para ver qué pasa, o que más bien sigo allí esperando que pase algo, sería cosa de que te dieras cuenta, que no hago otra cosa más que eso.


A: ¿ya te había pasado antes?
B: no
A: mmm
B: no, de verdad que no, y creo que eso es lo que me extraña
A: ¿nunca, nunca?
B: no
A: mmm
B: sí, ya sé, es raro, ni siquiera sé si me lo creo o me estoy forzando
A: que te autosugestionaras sería doloroso, serías el único que vería algo
B: o el único que no vería nada
A: más o menos
B: ¿y ves algo o no ves nada?
A: no sé, sé que quiero ver algo, eso es lo distinto, por primera vez en mi vida estoy seguro que quiero ver algo, por fin, de una buena vez
B: pero los entusiasmos no se comparten, dices
A: no
B: vas a tener que seguir como estás
A: sí, ya sé
B: ahora no te importa tanto, te sientes con valor y paciencia, pero después todo cambia
A: me imagino
B: no, de verdad cambia


Lent et Douloureux

23 jul 2008

post de diez renglones

sinué Dice: ya roberto dejate de mamadas y organiza

sinué Dice: eres el organizador oficial

sinué Dice: de la reunion preparatoriana

Yo digo: Yo? El popular, el 'carita' eras tu, Sinue

Yo digo: Recuerda

Yo digo: Yo era un patiño a lado tuyo

sinué Dice: no yo soy el que vomitó en las canchas de futbol

sinué Dice: ese es signo de antipopularidad

Yo digo: Recuerdo que cuando te llevaron al hospital te cargué la cabeza, todo el mundo te cargaba de los brazos, el torso, las piernas, pero yo te cargué la cabeza

18 jul 2008

confusion is next

Kill yr idols
Sonic death
It’s the end of the world
And confusion is next

Sonic Youth / Kill Yr Idols / Confusion is Sex / Geffen / 1983

La capacidad de asombro es una cualidad curiosa, un tema complejo. Platicaba hace una semana, casi acaloradamente, sobre que me resulta casi imposible imaginar un futuro más complicado que el presente, sobretodo cuando el futuro y el presente se miden por los gadgets y las prisas y los cuerpos que se apretujan. Por ejemplo, y de esto ya he comentado antes con insistencia: la llegada del celular a la vida humana es un punto brutal, despiadado. Piénsenlo, el celular llegó, se inventó esa necesidad de estar eternamente disponible y desde entonces y hasta que el sol explote y el mundo deje de existir no dejará de hacer acto de presencia. Cuando los cataclismos aparezcan las líneas se van a saturar y el sistema se vendrá abajo. Hace diez años, los celulares eran tabiques, hoy día se ha rebasado la necesidad de empequeñecerlos (los modelos más pequeños han cedido terreno a modelos más completos y atractivos, digamos compactos) y las variaciones son la moneda de cambio obligatoria. En serio, no sé, pero se me hace monstruoso, los celulares nunca jamás van a desaparecer, dentro de cien años los libros contaran de cómo algunas personas reacias al cambio, temerosas del porvenir, se oponían a la comunicación o se mostraban en plena desconfianza. No puedo imaginarme un celular en el 2018, cuando tenga treinta y cinco años. Por ejemplo, y este ejemplo estúpido lo usé el día de hoy, digamos que el objetivo, la misión de la humanidad desde que empezó a ser humanidad, fuera crear un dispositivo para escuchar música. Con el paso del tiempo se inventan maneras de que la música pueda repetirse y ensayarse, es decir, música escrita, luego se llega a cajas de música, tocadiscos de manivela, tocadiscos eléctricos, después modulares con radio y casete, después la revolución de los walkman (lo que implicó llevar la música a todas partes) prepara el terreno a los discman, y eventualmente, tras algunos balbuceos con reproductores de mp3 heterogéneos y de aspecto raro se llega al non plus ultra: el ipod. Mi consternación es: ¿qué sigue del ipod? Sí, llegarán procesadores que hagan que puedas escuchar hasta la fibra del arco del violín y las últimas notas de un sintetizador (se podrá escuchar todo eso, si, pero sabemos que no es necesario), llegarán cd’s más pequeños, con capacidades brutales; quizá los ipods del futuro tengan capacidad para cinco microcd’s que puedan albergar, entre todos, un millón de horas de música, sí, está bien, pero qué cosa puede ser más portátil y práctica que un bloque de algunos centímetros en el que deslices los dedos para escoger canción. Alguna vez vi, con cierta ternura despectiva, cómo uno podía tocar la pantalla de un ipod y semejar movimientos de la vida real para pasar de archivo a archivo (por ejemplo, el movimiento que uno hace al buscar entre varias hojas, o cuando pasas tarjetas entre tus manos para cambiar de disco en reproducción). Quizá los próximos reproductores de mp3 serán pulseras con un electrodo insertado en el dorso de la mano que simula los movimientos de los dedos y escoges discos sin la necesidad de una pantalla, o un microproyector en el electrodo que proyecta sobre la palma de tu mano y allí tocas y escoges los discos. No sé, pero espero ser claro: se ha llegado muy lejos, al grado de que no me imagino lo que sigue. Siento que todos presienten que el mundo se va a acabar pronto. Asimov decía que en el futuro tendríamos todos los medios para poder comunicarnos sin importar distancias ni traslados, pero que, tristemente, no tendríamos nada qué decir. ¿Qué de novedoso podrá tener un ipod en el 2025, un celular en el 2099?, ¿qué opciones tendrán las páginas personales (hi5, myspace, facebook) en el 2059? Chat directo, miles de indirectas electrónicas animadas para decirle al otro que te agrada, sea esto cierto o no. Platicaba vía messenger con Sirako que si el mundo tuviera emoticones para la vida real las pláticas serían más sinceras, pero al mismo tiempo increíblemente hipócritas. Estás hablando con alguien y le muestras un guiño, de repente un rostro enojado. De repente uno de los dos besa al otro intempestivamente y hay un silencio insoportable, ahí alguien echaría a correr. Por alguna razón creo que en el futuro las páginas personales desaparecerán porque el mundo será más huraño, mucho muy huraño, habrá gruñidos, todos los perfiles estarán bloqueados. Los ipods me dan una desconfianza monumental porque siento que son uno de los primeros indicios de que ahora todo el mundo tiene prisa. Sí a la urgencia, no a la prisa, les digo. Según Wikipedia, un servidor pertenece a la Generación Y, que le tocaron los cambios tecnológicos y el internet y así. No podría sentirme más desapegado en esos términos, en verdad (a mis dieciséis pensaba que era de la Generación X y hasta la fecha me gustaría seguirlo creyendo). Sólo digo que los ipods parecen bordear el precipicio peligrosamente, los celulares también, los dueños del mundo suben los precios rápidamente porque no pretenden dejarles nada a sus hijos, ni herencia ni decisiones qué tomar, y sienten que deben estar allí para cuando todo se decida. Como que todo el mundo siente que algo se va a terminar. Por supuesto que voy a citar a Michel Houellebecq: “La publicidad fracasa, las depresiones se multiplican, el desarraigo se acentúa…sigue perfeccionando medios de desplazamiento para seres que no tienen ningún sitio adonde ir porque no están cómodos en ninguna parte; sigue desarrollando medios de comunicación para seres que ya no tienen nada que decir; sigue facilitando las posibilidades de interacción entre seres que ya no tienen ganas de entablar relación con nadie”. Si las variaciones son el futuro entonces los gestos más simples y espontáneos serán erradicados. Desde que era niño me sorprendía la capacidad renovadora de la creación, es decir, cómo pueden crearse cosas nuevas sin que algo se repita. Pensaba en cómo era muy difícil que llegara el día en que todas las canciones se hayan escrito, en que todas las melodías se hayan hecho y no quede nada que tocar. Por catastrófico que pueda sonar, siento que ahora el objetivo es llegar a esa saturación, un Writer’s Block universal, de toda la humanidad, en un tono general en el que se puedan controlar los actos. El mundo estará contigo, lo tendrás pegado en la piel, será como ese amigo que sabe perfectamente qué vas a decir y qué estás pensando y qué vas a hacer y cómo vas a reaccionar y qué movimientos vas a hacer. La noción de voluntad cambiará, forzosamente, por una menos violenta. Junto con la adolescencia, un dejo (justificado o no) de rebeldía acompañaba al chico de diecisiete años. Ya no hace falta.



A la mierda tu ipod, a la mierda tu palm, a la mierda tus tenis converse, a la mierda el myspace de tu banda indie, a la mierda tu celular ruidoso, a la mierda tu competencia.



Podría hacer un link, pero las siguientes líneas de wikipedia me obligaron a copiarlas:

The term yuppie (short for "young urban professional" or "young upwardly-mobile professional") refers to a market segment whose consumers are characterized as self-reliant, financially secure individualists.

Critics believe that the demand for "instant executives" has led some young climbers to confuse change with growth. One New York consultant comments, "Many executives in their 20s and 30s have been so busy job-hopping that they've never developed their skills. They're apt to suffer a sudden loss of career impetus and go into a power stall."

En Plataforma, Michel Houellebecq describe a esta clase de jóvenes como gente que pretende hacerse millonaria antes de los treinta años. Una vez hace unos años, mientras estacionábamos el coche, Mario Flores, su señora y yo, frente a un edificio colosal en La Herradura en donde habría una fiesta de gente del ITAM, ella comentaba de un amigo suyo que a sus 24 o 25 años ya tenía un sueldo de cuatro ceros o algo así, además de un minicooper. Hubo un momento en esa fiesta en que el Mario Flores y yo notamos con cierta extrañeza cómo algunas chicas dejaban sus bolsas en las mesas con impunidad, sin recelo. Él lo comentó primero y le dije: “Mario, piénsalo, aquí los más peligrosos somos tú y yo”, pero claro que no nos hemos robado una bolsa de nadie (yo un libro una vez, pero lo estaba pidiendo a gritos), sólo lo mencionábamos, sugeríamos la posibilidad por pura diversión. El miércoles platicando con Ruy en el Covadonga, donde nos encontramos por mera coincidencia, yo le decía lo de la otra vez, que todos tenemos una etapa de nuestra vida donde los discos que uno siempre leva en el porta cd’s (estoy hablando de la era pre-ipod) eran las recopilaciones de Jazz de Ken Burns y los discos baratos de Ornette Coleman y Charlie Mingus. Él me comentaba cómo ese interés por descubrir cosas nuevas se va muriendo con la edad, uno se hace viejo en poco tiempo, se queja de que en el trabajo todo es horrible y trata de destramparse como si ya estuviera acabado y apenas tienes 25 años. Mientras bebía mi XX Lager en ese bar en Guadalajara y veía a todos esos yuppies con sus latas de un litro, pensaba en esto. Hay un momento muy fuerte en Generación X de Coupland: en él, una de las protagonistas trata de huir de un yuppie con quien acaba de romper y este le increpa: “Vete al infierno, Claire. Vete a la porra con tus aires de superioridad. Todos somos perros falderos; y yo sólo quiero saber quién me acaricia. Pero óyeme bien…si hay más como tú que deciden no participar en el juego, a la gente como yo le resultará más fácil ganar”. Recuerdo que en 1998, cuando comenzaba la moda del momento, a saber, camiseta con una franja horizontal a todo lo ancho, mochila de una sola asa en diagonal, pelo corto parado hacia atrás con un fleco ridículo, pantalones kakis, la idea de que esta gente fuera a adueñarse del mundo del futuro me parecía abominable. Ahora creo que los ejecutivos del futuro se destramparán escuchando sus ipods mientras beben café de máquina recargados contra el mueble donde está, y debajo de la camisa llevarán una playera negra, por la noche llegarán a casa cansados y verán una serie en DVD, luego se meterán a internet para revisar horarios de cines porque planean ir el viernes, estarán seguros de que lo tienen merecido por tanto trabajar.



We’re gonna kill the California girls
We’re gonna fire the exploding load
in the milkmaid maidenhead
we’re gonna find the meaning of feeling good
and we’re gonna stay there as long as we think we should
mystery train
three way plane
expressway to yr skull

Sonic Youth / The Crucifixion of Sean Penn / EVOL / Geffen / 1986



A cada rato les hablo del greñas, y por primera vez comentó aquí, haciendo un reto público:
Te reto a escribir una entrada en 10 renglones, seguro no puedes y te tiemblan las piernas... popotitos...
Próximo post: diez renglones, Greñaldo.


Y mando saludos y disculpas a todos desde aquí. Ah, y el dibujito es mío.

14 jul 2008

de regreso en df

La société est cela qui établit des différences
Et des procédures de contrôle ;
Dans le supermarché je fais acte de présence
Je joue très bien mon rôle.

J’accuse mes différences,
Je délimite mes exigences
Et j’ouvre la mâchoire ;
Mes dents sont un peu noires.

Le prix des choses est des êtres se définit par consensus transparent

Où interviennent les dents,
La peau et les organes,
La beauté qui se fane ;

Certains produits glycérines
Peuvent constituer un facteur de surestimation partielle ;
On dit : "Vous êtes belle" ;
Le terrain est miné

Michel Houellebecq, Prise de contrôle sur Numéris, en Rester Vivant, Librio, 1999







Acabo de llegar de la ciudad (o municipio) de Guadalajara, Jalisco; estuve allá seis días. El trasfondo de por qué llegué allá es más o menos simple: un servidor, que ha hecho del oportunismo la causa y el efecto de una vida entera, platicaba con Alice sobre su próximo viaje a tierras chivas para visitar a dos amigas suyas que viven de momento por allá (becas e intercambios escolares). A estas chicas jamás las había visto en mi vida, pero eso no impidió que mencionara mi tentativa de conocer el lugar y que le sugiriera la posibilidad de anexarme en su viaje. Lo más curioso del caso es que al parecer ninguna de las partes (ni invitada ni anfitrionas) tenía objeción en albergar al desconocido. Yo lo mencionaba como cuando alguien pide un souvenir del viaje de alguien, con cierta esperanza pero sin el interés de ver qué le han traído a uno y extrañado cuando resulta que, por muy levemente que uno sugiera algo, puede concederse. Más detalles ya serían innecesarios y personales o anecdóticos (y probablemente se me escaparán, though), pero vale la pena recalcar cómo es que las cosas salen si uno no se preocupa tanto, si uno no trata de controlar todo, cosa, empero, difícil para mí, si uno no le tiene tanta confianza al poder organizatorio de ganar y gastar dinero.
He aquí mis impresiones de allá.


Limpieza notable

Una de las cosas a favor que más me llamó la atención es la pulcritud de Guadalajara. Más allá de la obligatoria asepsia del centro histórico o demás sitios de interés para el turista (y sobre este punto o sobre su carencia apuntaré después), es de notar cómo el tono general de la ciudad es el de una ciudad limpia. Cierto, esto, sobretodo para quien sea oriundo del DF, le quita algo de vida a las calles y las hace más evidentes en su arquitectura (o mero soporte) gris y funcional, pero en sí el que las calles sean limpias le da un toque de bienvenida y calma al visitante. La casa donde tuvieron a bien recibirnos se alojaba en una zona que difícilmente se veía contaminada, si acaso hojas de árboles y ramas y demás, pero esto le daba un bonito (y supongo que en casos de una estancia más prolongada también deprimente) humor de suburbios de película gringa. Las casas cuentan con una especie de cesta de metal a la entrada en la que dejan la basura, la cual creo que pasa sólo un día a la semana. Este tinte de limpieza no evita que algunas personas resuelvan tirar sus envolturas y residuos en el primer lugar y momento en el que su mano se cansa de cargarlos, pero digamos que la ciudad y una especie de conciencia colectiva se esmeran por que Guadalajara se vea limpia. Nótese también que no faltan ni grafittis ni estampas en la calle.

No hay perros callejeros

Cuantos hombres donde antes paseaban tantos perros. ¿Quién podría asegurarme que el trueque ha sido benéfico?
Guillermo Fadanelli, Malacara, Anagrama, 2007

De esto me di cuenta por una mención casi desintencionada de Alice: los perros callejeros son una fauna desconocida en Guadalajara. Creo que esto también es parte de esa vida semi apagada que comentaba. No recuerdo haber visto ni un sólo perro andando impunemente por las calles, ni del centro histórico ni de las zonas de casas. Esto le da a las calles una sensación de que nadie está tramando ningún plan maligno: no hay basura desperdigándose en el suelo, no hay perros vagando por ahí. Algo me dice que la gente con canes decide tenerlos libremente dentro de sus jardines y que allí hagan su vida.

Muchas reglas

Algo que me llamó la atención es la cantidad de reglas y de procedimientos de pasos inquebrantables en todos lados de Guadalajara. Hay muchas aclaraciones escritas por todos lados y la mayoría de la gente las acata. Por ejemplo, al metro de Guadalajara le bastan dos policías (sí, dos) para mantener el orden en cada estación, uno de un lado para darle acceso a los estudiantes con descuento y revisar ocasionalmente los andenes. Las reglas del metro (que según parece todos se refieren a él como Tren Ligero) están impresas en los andenes, y algunas de ellas dan materia para pensar en lo que llega el vagón (lo que quiere decir un rato más o menos mayor al de aquí). Por ejemplo, se especifica que uno debe estar en los andenes el tiempo necesario para realizar su viaje. Es decir, nada de haraganear; por supuesto que no hay ni un solo vendedor, y una estampa de prohibición recurrente además del no fumar es No Música.
Otro ejemplo de la normatividad-de-hecho tapatía es que los asientos reservados a ancianos, ciegos y minusválidos están pintados de amarillo y siempre se respetan, siempre. No sé, la gente parece ser muy correcta.

Cunden bufetes chinos

Los restaurantes de Bufetes de comida china cunden en el centro histórico de Guadalajara, para donde voltees habrá uno. Según nos contaron (y según medio comprobé ayer) no suelen ser lo más delicioso y sí son muy grasosos. El precio oscila entre los $38 y los $50 pesos. Alice me comentaba cuán triste debe ser salir de tu país para levantar un restaurante de comida típica en otro país lejano donde con trabajos entiendes el idioma. Aquél donde comimos anoche se anotaba: Buffet: aquí / para lleva. O en los baños, un par de parcos letreros dividían: Hombre / Mujer. En algún momento de la noche, la escena era preciosa. Al fondo, cerca de la puerta de la cocina, la que parecía ser la abuela revisaba una caja de vegetales sentada en un banquito casi a nivel de piso, el hijo o yerno cargaba cajas de basura a la calle, en una mesa la hija o nuera hacía cuentas en una mesa, muy al frente, la hija de los dos últimos, una niña preciosa (¿ya he comentado que no soporto a los niños?) de unos tres años o menos, jugueteaba con un caballito inflable. Era como una foto de Jeff Wall. No comí delicioso pero salí de muy buen humor.

Adolescentes parecidos

Alice dice que tengo el problema de llamarles emos a todos los adolescentes en general. No sé si esto sea un problema, pero lo que sí es cierto es que la mayoría de los adolescentes de Guadalajara que me tocó ver se visten más o menos igual. Ya saben, hoodies, tenis Converse, perforaciones altaneras y sinceras en la cara, pantalones pegados, ojos de chicas fuertemente enmarcados en negro. Hay una especie de sensación de que los adolescentes tapatíos están en paz, pero qué es la adolescencia sino eso. Y lo contrario.

Ciudad de las inundaciones

Unos dos o tres días de los seis que allí estuve me tocó ver cómo Guadalajara, pese a su previsión y limpieza y rectitud, se ha acostumbrado a vivir armoniosamente con las inundaciones menores. Basta una lluvia más o menos fuerte para que pasar de banqueta a banqueta sea casi imposible. Charcos en los que cabe el pie y buena parte de las pantorrillas, tanto en las calles del centro como en las zonas de casas; la necesidad de pegarse a los edificios más alejados del arroyo vehicular para evitar ser mojados por un coche. La casa a donde llegamos acababa de reponerse de una inundación. Mientras caminábamos con prisa por la lluvia, ves a la gente parada frente a los comercios con un rostro de quietud interesante. Realmente no parece ser un problema, las coladeras no están por todas partes como aquí, que constituyen parte de la decoración pintoresca del DF. Pareciera que nadie tiene ganas de ponerle peros a la temporada de lluvias y yo lo apoyo.

Transporte confuso y caro

El transporte colectivo en Guadalajara cuesta $5 en general, sin distinción de destino o rutas, y todos te dan boletos multicolores, y amenazan con que los conserves pues puede haber revisiones a medio viaje. Lo complicado, sobretodo para el fuereño, es la labor de aprenderse las rutas. Los camiones no están ataviados por los carteles de diferentes colores fosforescentes de aquí, sino que todos tienen sus destinos escritos en la misma tipografía y el número de ruta en lo alto, eso es lo que uno se debe aprender. Es muy difícil. A la ruta 633 le suceden la 633 A y la 633 B. Parece que hay camiones por todos lados, donde voltees hay camiones en movimiento, y como todos son el mismo modelo y más o menos el mismo color, es raro. Un punto a destacar es que si eres estudiante el mundo es tuyo. El transporte cuesta la mitad para ancianos, menores de 12 años y estudiantes, quienes tienen que comprar boletos intercambiables en sus escuelas por $2.50, que también les hacen válidos en el Metro. Una de las complicaciones de reconocer las rutas de los camiones es que igual se pasean por avenidas importantes que por zonas de casas, lo que hace visualmente muy confuso reconocer dónde se va. La ciudad, en sí, es muy pequeña, pero esta ausencia de más puntos de referencia importantes hace que para el turista se vea como una banda larga sin muchos cortes.

Muchas hormigas

Notable también la cantidad de hormigueros en las zonas de casas, y de varios tipos. El árbol que descansaba frente a la casa donde nos hospedamos mostraba la mayor parte del tiempo a una línea de hormigas rojas que bajaban con grandes pedazos de hojas que no soltaban y, mirando de reojo las banquetas, había cantidad de hormigueros regados entre las placas de concreto. Si alguien leyó La Vida de las Hormigas, de Maurice Maeterlinck, seguro esbozará una leve sonrisa al leer esto.

No hay mapas

Para el turista las cosas no son ni fáciles ni llamativas en Guadalajara. A diferencia de nuestro bello centro histórico del Distrito Federal, el de Guadalajara no cuenta con un solo mapa público de mera referencia al turista, tampoco los lugares de posible valor turístico tienen algo que los distinga de los demás edificios por la fachada ni nada. Quien pretenda conocer la ciudad con ojos de turista tendrá que solicitar un mapa en algún módulo de información, en el cual tampoco los puntos rojos invitan con mucho gusto a su visita. Es extraño, me dio la impresión de que una ciudad como Guadalajara quisiera sacrificar su atractivo pintoresco-local por uno de una ciudad más moderna y progresista. Por ejemplo, las artesanías no se esparcen por todos lados, si acaso las últimas en el aparador de una tienda de souvenirs dan batalla, pero definitivamente no es un punto a palomear en el itinerario turístico. Su avenida más importante, la que cruza el centro, es increíblemente parecida a nuestra Izazaga mezclada con las calles que rodean la plancha del zócalo. Lafayette es un símil de Masaryk. Las demás calles de importancia que no incluyen al centro son calles muy largas y ya. No sé, pero en verdad pareciera un lugar muy orgulloso de haber superado su etapa folclórica o algo así.

Comercios locales

Una tienda de abarrotes local que compite con fuerza con los 7-eleven y los Oxxos es la cadena de Farmacias Guadalajara, que igual surte alcohol que pan y rollos fotográficos. Desde que tengo memoria me fascinan este tipo de comercios que surten todo lo que uno necesita. Por alguna razón, aunque sabes que no encontrarás nada fuera de lo conocido, te paseas entre los angostos pasillos como si fueras a encontrar una maravilla local. También el Mix-Up es reemplazado por Discotecas Aguilar, donde no sólo venden discos y casetes, sino también instrumentos musicales. Las nieves de garrafa son un secreto a voces muy poco espectacular pero consistente, y el único Sanborns que visité no tenía sección de revistas.

Productos locales

A recalcar: refrescos Caballito, baratísimos y llenos de sabor; Cerveza Minerva, fuerte y consistente (tal vez lo mejor que Guadalajara pueda darle al mundo si es que quisiera darle algo); los Ke-nachos y otras imitaciones declaradas de papas Sabritas. La empresa panadera local más fuerte es El Panqué, cuya identidad gráfica es una cara de un niño, descrita por nuestras anfitrionas como ‘Pan del niño rata’. Mi favorito es el slogan de los Ke-nachos (copia descarada de Doritos), que reza: ¿Quieres estar bien acompañado? Una joya

No hay chivas a la vista

El jueves pasado vagué impunemente por las calles del centro con mi camiseta del América buscando algún tipo de incitación futbolera-violenta, pero no pasó nada. Aún más extraño es que prácticamente no hay gente por allí con sus camisetas de Chivas y Atlas, el futbol no se manifiesta por las calles como pensaba. Si acaso habré visto a unas cuatro o cinco personas, pero nada más. Lo más triste es que me tomé fotos con los monumentos más turísticos del lugar con ella, pero se perdieron cuando Alice perdió su cámara en Zapopan. Dentro figuraba mi video 126 Segundos en Medio de una Plaza Pública / Standing Still in the Middle of a Public Square, en el que se veía a un servidor parado frente al Instituto Cabañas con mi camiseta de la temporada pasada del América durante cosa de dos minutos. Tal vez Alice tenga razón: puede que ella me de suerte, pero yo a ella no.

Banda del arte es la misma

Así como los adolescentes locales son increíblemente parecidos, los post adolescentes que frecuentan las inauguraciones y los lugares de arte contemporáneo en Guadalajara son muy similares a los de aquí y, me imagino, en todos lados. A una inauguración a la que asistí, vi, con mucha extrañeza, que todas las chicas parecían vestirse exactamente igual. No podría explicarlo, pero así era. No me quejo, pero tampoco suelo saltar de alegría.

Belleza tapatía un mito

La belleza tapatía es un mito. Se nos prometieron chicas regias, menudas, y nada hubo de eso. Si hube visto alguna chica que representara con soberbia a la ciudad no se distinguía en nada de cualquiera que uno puede conseguir aquí. Ni del tipo de sabor local ni del tipo ‘rubio-provincia’ se encontraron ejemplos contrastantes. Yo de verdad pensé que Guadalajara era un hervidero de chicas de una belleza local altamente atractiva o de un tipo teenager localista interesante, pero las hoodies que venden aquí también las llevan allá, aunque en menor cantidad, aquí hay más ventas.

Confusión sexual difícil

Guadalajara: ciudad de los mochos y la intolerancia y las chivas rayadas es también una ciudad de chicos y chicas gays, pero resulta difícil adivinar por qué el furor y los embates de altas temperaturas. El ganado masculino (y esto lo escribe un ejemplar muy poco competitivo o sobresaliente) está muy por debajo de la media aceptable. Mrndln me decía: Guadalajara te confundirá sexualmente, pero esto es difícil cuando los jóvenes locales no son en lo absoluto llamativos. Fui a una especie de antro-bar donde se abultaba el otro sector: yuppies, chicas que terminarán en algún lado poco emocionante, juventud con prisa pero sin la menor urgencia. No tengo nada demasiado determinante que decir, pero valga resumir mi opinión en este consejo: si planeas casarte con una tapatía, ve bien sus fotos en el myspace o el hi5 antes de ir para allá, compara.

Parece seguro

Hay en Guadalajara una sensación de seguridad muy agradable, uno siente que puede caminar a las doce de la noche a casa sin prisa y que nada malo va a pasar. Las calles están desiertas de noche y las casas y la distribución de las calles te hacen pensar que es una buena idea caminar solo porque sí. Tampoco la gente se encierra, por ejemplo, en la casa donde estuvimos, era muy común que ambas puertas (casa y exterior) estuvieran abiertas la mayor parte del tiempo, y más o menos lo mismo ocurría en las casas vecinas. No vi mucha gente de aspecto amenazante en las calles, pareciera que la gente está enfocada en seguir sus cosas a lo largo del día. Guadalajara no parece ser una ciudad propicia para el ocio, y esto incluye a los maleantes. Ah, y a diferencia de aquí, me cuentan, la zona de Polanco de allá es bastante fea y peligrosa.

La Planta y la centralización

Una de las cosas que más me atraía de ir a Guadalajara era visitar La Planta, que es (era) como La Colección Jumex de allá, y era la colección de Grupo Omnilife. Lo triste, y de esto me enteré cuatro días antes, es que el espacio decidió cerrar sus puertas definitivamente ayer, debido a la poca afluencia de público e interés. Este espacio, en los nueve meses que duró, albergó una exposición curada por Michel Blancsubé y en sus últimos días presentó el video No Snow on the Broken Bridge de Yang Fudong (uno de los videos más increíbles que haya visto). Vergara dice que se cierra porque la gente no va, no le interesa, pero bueno, es provincia, se lo estaba buscando, aunque el proyecto tendrá que aprender de los errores y bajar sus expectativas. He aquí mi punto: siempre he estado muy a favor de la centralización, cuando me enteré de la llegada del Guggenheim a Guadalajara me llevé las manos a la cabeza: No, idiotas, allá no funciona, tráiganlo aquí. Vamos, es provincia, es necesario traerlo acá. Mis puntos son débiles, pero creo que es necesario poner los pies en la tierra y enfocar esfuerzos. SI uno desperdiga esfuerzos desperdiga interés. O algo así. No diré más.

Calor vulgar

Una palabra que puede describir al calor de Guadalajara es su carácter vulgar. El sol no es tan fuerte, no pega mucho, no quema, sin embargo mientras caminas por la calle sientes que se metió dentro de la ropa y que hierve y nada de afuera te da pistas de semejante calor.

Los murales de Orozco

Una cosa increíble fue ver un par de los murales de Orozco en el palacio de gobierno y en el Instituto Cabañas. En verdad que verlos en vivo es una experiencia fuerte. No puedo decir mucho más, pero ni siquiera pensaba que sería algo tan memorable como lo fue.

No hay edificios

No me paseé mucho por Guadalajara, pero prácticamente no vi edificios de departamentos, o por lo menos casi no los vi, es obvio que la fiebre inmobiliaria aún no ataca a la perla tapatía. Es curioso, si esta ciudad está en vías de deshacerse de su sabor folclórico y adoptar uno más cosmopolita, la nula presencia de edificios de cubículos con catres y cocinas de tres metros cuadrados contradice esto. Es raro, pero de verdad, ni siquiera puedo imaginarme todo lo que implica la aparición y habitación de estos edificios (poblados principalmente por familias en busca de un último lugar donde descansar o nuevos ricos). En Guadalajara hay casas, muchas, y muy bonitas, y limpias. Quizá Provincia nunca dejará de ser provincia.

La vida acaba temprano

Este es el punto más importante. La vida en Guadalajara es difícil, todo acaba a las diez de la noche en general para el peatón. Los camiones dejan de pasar a las diez pm, el metro cierra a las diez y media. El viernes intentamos ver la exposición de Carlos Amorales en la OPA (sin éxito, aquí y en todos lados se considera que salirte del trabajo quince minutos antes es normal) y salimos de allí, con la cola entre las patas (y con $10 menos) a la calle sólo para ver como algunos grupos de gente corría para pescar el último camión y que la calle, en general, estaba completamente desierta. Utilizamos el metro para mayor seguridad. Lo abordamos a las diez con cinco o algo así y pasó, muy probablemente el último, a la media. Todo allá en Guadalajara es lento, no me parece posible vivir con un horario que termina a las diez de la noche; el día, por otro lado, no rinde, los traslados son abotagados y pesados (el sol se encarga de ralentizar todo esto) y el tráfico quiere parecerse al del df, que ha de ser como el de todos lados. Quizá ese toque de queda es lo que mueve a los jóvenes a apretarse entre sí, a correr, a juntarse los domingos afuera del 7-eleven para ver qué pasa. Siento, no se me pregunte por qué, que Guadalajara es la ciudad más adolescente. ¿Será parte de nuestra generación (mi generación) responder a la bofetada de desprecio del que es más joven que uno, con otra de indiferencia y desdén? Yo digo que tal vez.




Y de vuelta aquí.

Más comentarios altamente localistas en próximas ediciones (dejen llego).
Mientras la recomendación de la semana.



19:30 hrs. Marina Nacional / Natalia Calderón @ Cuarto de Proyectos Suéter / Abo


Vayan a esta exposición. Doble motivo para ir. Primero, porque expone Nat, que es mi amiga y deberían ir y ver su trabajo, recomendable; en segundo lugar, porque es la inauguración del Cuarto de Proyectos Suéter / Abo y siempre es bonito estar en los inicios de algo. Impronta, tal vez. Como sea, es este jueves y si son o no de esa banda de arte y así, por allá la vemos.

Y ya me voy, que tengo esa extraña depresión de cuando uno llega de vuelta a casa y tengo que esperar cuando menos 24 horas para disiparla. Qué cosa, ni diez horas de estar aquí de vuelta y ya maldigo y refunfuño como siempre. Voy a llorar.

7 jul 2008

no se me ocurre nada




a: entonces, ¿dices que veías que esta chica se mordía los labios constantemente pero que no era un coqueteo, sino una especie de tic?
b: sí



¿Han estado frente a sus ídolos alguna vez? Yo sí, un par de veces. Llevo: Thomas Hirschhorn, Daniel Guzmán y Thurston Moore; me faltan: Michel Houellebecq y Cuauhtémoc Blanco; y quizá Woody Allen.



Mrndln, acepto el reto: ¿Quién es el sillón más cómodo del mundo?, ¿Tú o un servidor?



Sé que ya lo he dicho como tres veces, pero cuando Alice is in the house la suerte me envuelve. Lo curioso (o triste, igual) es que ella dice: ‘Sí, pero cuando yo estoy contigo a mí no me llega la buena suerte’. Oh, bueno. En dos ocasiones, minutos previos a encontrarme con ella apareció el libro de Proust (Ah, Proust) que me faltaba a precio irrisorio (A la Sombra de las Muchachas en Flor, por sólo $72*) y uno de Coupland del que próximamente me haré: Girlfriend in a Coma (horrorosamente traducido como “La Última Oportunidad”). También, ayer, camino antes de vernos, unas edecanes de Peñafiel en una esquina mandaban botellas que los pasajeros del microbús en que iba nos rolábamos hasta que a ninguno le faltó. Chistoso. Fue una escena curiosa ver tantas manos pasando refrescos por sobre la cabeza hacia atrás. Ahora, ya en presencia, apareció el libro de Pensamientos de Pascal que buscaba en una edición amistosa, una carta de una chica de secundaria evidentemente bateada (amo cómo dibuja la gente a esa edad, pero de verdad, lo amo) y, mientras que buscábamos una iglesia que tiene una escenografía como la extinta La Boom (ni disco ni mucho menos antro me satisfacen, Paolala, ¿cómo ves 'tugurio'?), con luces neón y rocas tétricas, encontramos mi camiseta original del América (que no tenía) por sólo $100 en una tienda de coreanos en el centro. En la espalda puede leerse: M. VUOSO 8 (no había otra). La historia es, si no apasionante, sí por lo menos curiosa: el América compró a Matías Vuoso, del Santos Laguna. Como a muchos jugadores les suele pasar, la camiseta de las águilas le quedó grande y su paso por el club de Coapa fue más bien olvidadizo. A la temporada siguiente, cuando Santos (con Vuoso en sus arcas de regreso) goleó a un América sin Cabañas ni Insúa 4-0, Vuoso logró anotarle a su reciente ex-equipo. Su celebración rebosaba juventud: gritaba y se dirigía a la afición lagunera tomando su camiseta y besando el escudo. Muchos americanistas pensamos: “Si así hubieras jugado en el América, cabrón”. Cosas de la vida. Cosas de la vida, también, que la suerte de alguien se traduzca a encontrar libros y camisetas de futbol. Necesito novia urgentemente.
*(si alguien quiere la edición en francés, A l’ombre des jeunes filles en fleurs, de Gallimard, la doy muy pero muy baras)



Daniel Guzmán dice: “Veo mi destino como tres cojines de mierda apilados sobre mí”



A todos aquellos que solicitaron su juego de copias de Byrnamm, les juro, de verdad, que haré lo posible. ¿Qué pasa con la educación de uno? Al final de una carrera uno tiene un árbol o dos en fotocopias en una bolsa transparente bajo el escritorio y nunca nada aparece cuando se le necesita (si es que se le necesita). Las fotocopias son de mal gusto. Te obligan a la interacción intraescolar. Entras a un grupo/grado completamente nuevo y lo primero que te hacen es solicitarte te hagas de tal juego de fotocopias. Los diálogos son siempre más o menos los siguientes:

A: Hola; ¿vas a sacar las copias de (materia)?
B: Sí, creo que todos las van a sacar de una vez.

Y ahí tienes a un grupito de seis o siete parados frente a la fotocopiadora como si adentro estuvieran sus recién nacidos. Mientras, la socialización sucede. No sacar tus copias en esa primera oportunidad suele traer dificultades, ya que muchas dudas que tienes de principio se pueden resolver a partir de este momento:

chica guapa: Sí, cuando la maestra dijo el nombre del libro que teníamos que sacar me acordé porque a mi novio se lo dejaron leer…
B: Ah, sí…me voy a rascar los testículos, espero que no te moleste.

Algunas chicas se espantan muy muy fácil.



El América promete, y lo que sí es triste: me emociona. Ver a Insúa de vuelta, ver a Cabañas a lado de Alfredo Moreno, a Domínguez romper madres, ver a los antiamericanistas con las muletillas de rigor. ¿A poco no es bonito el futbol? ¿A poco no se están aburriendo?



La verdadera elocuencia se burla de la elocuencia; la verdadera moral se burla de la moral, es decir, que la moral del juicio se burla de la moral del espíritu, que no tiene regla.

Burlarse de la filosofía, es filosofía realmente

Blaise Pascal, Pensamientos



Urgente: Si alguien compró el periódico ‘El Gráfico’ de ‘El Universal’ del pasado jueves 3 de Julio, por favor, pásenmelo, es en serio, cosas de trabajo. La primera plana revela: CHANFLE. Carlos Villagrán ‘Quico’ revela que El Chavo actuó para Narcos.



Ah, y si quieren más de Feldman, helo aquí. Esta pieza, se supone, debe oírse a un volumen mínimo, de manera que apenas pueda escucharse.



stretch me to the point where i stop
run ten thousand miles and then think of me
i think i know the place we should meet
dont worry if it’s dark and i’m late

run me out a thin wire
help me to kill this, love
i’ll meet you tonite in the bottom of the well
just feel around in the dark until you get the idea

I’m not moving doesn’t mean i cant
flame on in my head
my best friend sucked his wife’s blood and shriveled up
he was mistaken for sane

we move and groove and cut loose from fear
we should kill time, we’ll shut it down
i’ve got a pipeline straight to the heart of you
opening in my head

bright glass en a chair being wound around us
the toiling of idle hands
dripping,
w guilt
a secret form of punishment
axes thru skull
shadow of futility
endless / revolt
the sifting of light and shadows
dividing each existence

no one is right
nothing is solid
nothing can be held in my hands for long
discontinuity

sandy beaches
bridges sinking into the sea
beautiful confusion
you’re a fading memory

we should kill time


lyrics: Lee Ranaldo
Sonic Youth / Pipeline / Sister, Geffen, 1987



¿Han leído a Anthony Burgess? Háganlo. Bueno, aparte de A Clockwork Orange. ¿No? Sigue sorprendiéndome. Por ejemplo, The Right to an Answer, Honey for the Bears o The Doctor is Sick (una maravilla). ¿Cómo alguien puede contar una historia como él? Tenía mucho que no leía nada de él y pensé que después de un tiempo se desgastaba, pero recién acabé Miel para los Osos y, de verdad que es sorprendente. No lean las siguientes líneas si planean leerlo. Bueno, igual. Perdonen lo críptico. En una escena, un sujeto es perseguido porque sospechan (y con razón) que intenta vender vestidos ingleses en Rusia, lo que es ilegal en plena guerra fría. Entonces, a medio trato en plena vía pública con un traficante de Leningrado, descubre que los agentes que lo han estado investigando se dirigen hacia él con la mercancía y el dinero en las manos. Entonces, entre la espada y la pared, resuelve regalarlos a las mujeres que van pasando, piensa que si no los vende no está cometiendo ninguna ilegalidad. El siguiente diálogo ocurre más o menos. Perdonen lo clavado del asunto, pero recuerden que ya sólo me quedan estas cosas y el futbol.

-…en nombre de sus camaradas del pueblo británico –y añadió, metiendo la mano y mostrando los brillantes colores a los rostros todavía atónitos-: Angliyskiy narod dayet. (…) Una ancianita le tiró a Paul de la camisa mientras le decía: <<Moya doch, moya doch, svadyba zavtra.>> Con que su hija iba a casarse al día siguiente, ¿eh? Paul le llenó los brazos de genciana, castaño, limón, azul medianoche. Luego arrojó a la multitud narciso, oro, naranja, un único blanco virginal: parecía impartir bendiciones en una ceremonia de purificación (…) cuando, por fin, Zverkov y Karamzin se abrieron paso entre la multitud y le plantaron cara. En un principio no les reconoció y les dijo:
-De verdad que lo siento. Vinovat. No me queda ninguno –y como el final de una película rusa, añadió-: Konyets. (...)
-Conocemos sus intenciones –dijo Zverkov-. Y por eso le vamos a detener.
-Saben tan bien como yo –sonrió Paul- que no pueden hacerlo. La religión es muy diferente de la ley.
-Aquí –dijo Karamzin- no tenemos religión. (…)
-Nuestro Zis –dijo orgulloso Zverkov-. Por fin vamos a poder darle un paseo.
Al arrancar, Paul le dijo a Karamzin, que iba sentado detrás de él:
-La verdad es que debía haberle guardado el vestido blanco a esa señora cuya hija se casa mañana. Me imagino que será virgen.
Karamzin refunfuñó y le largó un puñetazo flojo en las costillas.
-Todas nuestras mujeres… -empezó a decir, pero lo pensó mejor. También el patriotismo tiene sus límites.



Y muchas gracias a Elso y a Mrndln por difundir la palabra. Les mando saludos afectuosos de esos que se pueden mandar por internet.



Porque Dios es grande y porque el oportunismo, dicen, paga, este blog se va de vacaciones, si es que no me corren antes (dios mediante). No dejo post programado por obvias razones (¡sí, ésas, exacto!). Si alguien está en Guadalajara la próxima semana, búsquenme. Me pasearé impunemente con mi flamante camiseta nueva del América de la temporada pasada (my favourite). ¡Qué emoción!, veré la expo de Yang Fudong en La Planta. No prometo fotos, depende de las cámaras digitales presentes y ajenas. ¡Vamos!, ¿quién se la pasa sacando fotos de sus viajes? Oh, sí, cierto. Hi5 tiene datos más concisos que los míos. A la búsqueda de personas de ambos sexos entre 16 y 35 años en México con las palabras clave "me gusta viajar", el resultado es 33,000.



Los amo y los voy a extrañar, en serio.




2 jul 2008

Morton Feldman examinando una alfombra



Les dejo este link para que escuchen A very short trumpet piece de Morton Feldman. Escuchen a Morton Feldman, por favor. Vean fotos de él y seguro les van a dar ganas de escucharlo. Es increíble cómo una persona con ese rostro tan amable, de rasgos tan gruesos y lentos, con sus lentes de fondo de botella, pudiera escribir música tan increíblemente densa, pero de verdad, no conozco cosas más densas que Feldman, siempre que lo escucho me imagino como un bloque de concreto gigantesco, muy alto, al que se le quiere cortar con un alambre y mucha fuerza. Si les gustó, he aquí más piezas.
El segundo obsequio (a falta de post) es más Byrnamm traducido.
Escuchen a Feldman mientras leen a Byrnamm.
Los quiero. Lo saben.
* * *
Wyatt Byrnamm (1959-1994)
Fragmento de Omega (1987)


(...)No siento un punto de inicio, no veo las posibilidades de ira, resentimiento, frustración o melancolía; puedo ver, con cierta tristeza, valga decirlo, cómo las imágenes de todas las emociones más viscerales pasan frente a mí, sin instruirme. También puedo ver, y en esto valdría la pena detenerme un poco, que tampoco puedo hacerme un escenario mental de un posible desenlace. Tengo desventajas insalvables, casi naturales. Naturales, de hecho, sí. No veo hacia donde habría de dirigir un repentino movimiento, algo simple. Un sujeto de repente se entera de la existencia de otro ente que le está esperando en algún punto del espacio, entonces resuelve levantarse y correr hacia ese punto. Realmente no resuelve, obedece. No veo muchas cosas, y esta relatoría de daños no lo es en realidad. No siento la diferencia entre estar aquí y estar en otro sitio. Estoy hablando en primera persona, no puedo deshacerme de eso, y es doloroso, también. Para cuando he de decidir si puedo o no estar en este intersticio, suponiendo sensaciones o conclusiones precipitadas, ya habrá de ser demasiado tarde. Suelo llegar tarde una hora o dos a la vida de las personas. En esto se he habrá de ir más de una opción: una opción a controlar, una opción a resistir pasivamente los embates de mi propia memoria, una opción a observar detenidamente los progresos de mi caída, una opción a detenerme y resentir los errores. He cometido errores, claro, pero hasta el momento, todavía, puedo decir que estos errores han sido pasos en falso. No me he dado cuenta, ahora lo sé. Nunca antes había pensado en la posibilidad de que todo se derrumbase, pero ahora es increíblemente vívida, tangible. Ahora puedo ver cómo todos los momentos de vulnerabilidad se aglutinan en el mismo marco y se detienen en su recorrido. Una pausa antes, siguen andando. La posibilidad de un golpe abrupto siempre ha estado allí. Desde hace tiempo me siento como un témpano de hielo con varios puntos en latente estado de explosión; una vez que estallen, todo volverá a estar tranquilo. El problema, si es que hay un problema realmente, es que nunca me había preguntado si yo tengo algún papel decisivo en estas detonaciones, nunca antes había pensado que yo podía gobernar en mí mismo, y es horrendo, asfixiantes. Ahora mismo vuelvo a la imagen del témpano y sigo creyendo que hay zonas volátiles. Los sinónimos se me escurren de las manos y eso no evita que tenga la certeza de todo esto. La tengo. Veo una escena repugnante, pero no puedo acabar de formármela, no puedo entender cómo es que esta incompleción resulta ser mi mayor desventaja. Puedo suponer (cuando menos) la posibilidad de mi propio pánico, pero no puedo recrearlo. Ahora mismo vuelvo a intentar repetir la imagen y sigue siendo desoladora, me sigue pareciendo insalvable, sé que no depende de mí, sé que no tendrá que ver conmigo, sé que no podré decidir en ella, sé que seguiré arañando la puerta hasta que me dejen entrar pero sé bien que tal acceso me está completamente denegado. Sé, y esto es lo más triste, que nunca, por ningún motivo, habrán de estallar esos puntos, que permanecerán congelados, mientras la urgencia y los gritos ensordecidos por un movimiento perpetuo, inútil, continúan. Puedo ver que no me he movido en mucho tiempo, y puedo ver que no me estoy moviendo ahora mismo. Los momentos de un pasado falso me acompañan, las ilusiones de un futuro repentino y espontáneo son absurdas: no entrará en el cuarto de improviso, no me reconocerá entre la multitud, no aparecerá de repente, esperándome. Sé bien que no. Ahora mismo estoy pensando en esto, en esta distancia inmensurable y, sobre todo, en cómo mi escala no concuerda. Los espacios vacíos no son llenados de ninguna manera, nunca fueron llenados, pero en dicha imagen podría pasarse una vida entera. Ya ha pasado, y estoy esperando a que algo remueva entre los escombros. Nada. Por el momento he presenciado, con sorna, debo confesar., cómo mis fuerzas se precipitan en círculo hacia un centro imaginario y desaparecen. Esto es lo que me toca ver, y es precisamente lo que me queda. La melancolía es provocada, casi fingida; la sorna no. Tiene muchos años que miro desinteresadamente por la ventana y todavía no resuelvo abrirla. El ruido se amortigua, los golpes quedan materializados en una vibración acompañada de algún movimiento brusco pero controlado. No es una opción el abrirla. Sigo pensando en ella, en la imagen, y en mi ausencia en ella. Nada pasa. Todo sigue en un estado de animación suspendida de la cual yo sólo soy un espectador. Los negocios que forman las decisiones que hacen la vida habrán de ser resueltos por alguien más, nunca he tenido que preocuparme por eso, siempre habrán de resolverse, siempre por alguien, por alguien más. Mientras corro no tengo que frenarme para detenerme porque todo corre a la misma velocidad, puedo ver todo desde dentro, todo. Y es parco. La lluvia, allá afuera, sigue la trayectoria normal y no veo movimiento. Veo que algo cede, pero no alcanzo a distinguir si soy yo. Puede ser que esté cayendo, pero de todos modos no podría darme cuenta. Tampoco podría cerrar los ojos. No sé si metería las manos. Con el paso del tiempo he aprendido a observar el movimiento externo imitándolo, y sé que algo que cede necesariamente se mueve, siempre. Los recuerdos de cada paso en falso dado en el pasado resultan sintomáticos, y se repiten sin ser demasiado aparatosos, no obstante es imposible evitarlos cuando se repiten. Existe un espacio donde uno podría aprender, donde uno debería mirar lo que ha ocurrido y rectificar, decidirse por cambiar la actitud de otros tiempos y generar una confianza o una voluntad (y aquí la palabra se reviste de un cariz de importancia), pero resulta que ese espacio se ha vuelto un rincón. No es un área plena, abierta, lista para que las cosas sean repasadas, sino un espacio muerto donde los movimientos son escasos, donde los entes apenas caben. Sin embargo, ese es el espacio donde uno se mueve, no otro sino ese. Ese espacio incómodo, casi residual (y amargamente testigo) de decisiones tomadas en otro momento es el espacio donde uno ha de conducirse el tiempo que queda. Por supuesto, uno está forzado a hacerse cargo de uno mismo, sin embargo, la relación guardada con el afuera no está delimitada, y entre lo minúsculo de nuestra franja de acción y lo inmenso del campo exterior adonde uno es lanzado ocurren los errores, los fracasos, la infelicidad, el miedo, el deseo. El deseo. Aunque también pasa (y esto es una condición inquebrantable) la euforia y la posibilidad de la alegría. Desde esta zona marcada, uno mira hacia los lados y se encuentra con ideas ya conocidas: reflejos de una estancia por tiempo indefinido, la sensación de que la vida se diluye y se va, impasibilidad ante las propias heridas. Me he hecho a la idea de que no seré parte de nada importante, y esta idea ni siquiera se modifica. He visto, con paciencia, cómo cada acto reflejo se debilita, cómo cada aparición de dolor confunde su fuente; he suscitado la idea del llanto pero es inoperante, no es posible, no es una opción. Mientras cuento los minutos que pasan en un reloj que no tengo a la mano, al que no he dado cuerda yo, separado de mí por un cristal o una visión transparente (y por ende inexistente) que al mismo tiempo me esconde, me doy cuenta que estas visiones no van a cesar. No van a manifestarse bruscamente, no se aparecerán cuando todo esté en un punto de quietud constante. La quietud va a seguir, la línea de la horizontal permanecerá pétrea. Sin embargo, lo que desde aquí semeja la piedra, en vivo, de cerca, fluye, se mueve, se siente (ha de sentirse) y raspa, daña horriblemente. Las heridas no son tales, sino recordatorios de esta visión a lo lejos. Lo que pasa en el frente de ataque es palpable en el plano de batalla; el territorio antecede al mapa. Los más mínimos movimientos implican la movilización monumental de bloques humanos sólidos, lentos, sanguinolentos. De frente a ellos, la mirada se levanta y todo se vislumbra desde abajo, absolutamente todo. La pesadez de su traslado, lo abigarrado de sus partes (o al menos aquellas visibles desde una escala humana) te hacen pensar que quizá nunca podrías moverlas tú solo; pero ya lo has hecho. Estás encima de otro bloque, que a su vez está encima de otro, y tus movimientos son insignificantes y cruciales. Un traslado de traslados. Y en este ensayo de vida, ocurren las decepciones, las aspiraciones, los anhelos, la felicidad, la felicidad más simple(...)