9 feb 2008

Will you join me in casting these beautiful gems among the swine?


slowly going down


El jueves fuí al centro cultural ese "Estación Indianilla" porque iban a exponer (creo que sólo esa noche) un cuadro manufacturado por un servidor junto con lau, una amiga con quien suelo ir a bodas cristianas. A los pocos minutos de estar allí comencé a desinflarme rápidamente. Dios sabe que lo he intentado. Luego intenté abstenerme de alcoholizarme pero fracasé:

-¿No vas a tomar nada, Roberto?
-No.
-¿Nada nada?
-Tal vez después, ahorita no.
(entra mesero)
-¿Caballero, le gustaría algo de tomar?
-Tráigame un vodka.

Normalmente, desistir de participar en la ebriedad colectiva no es cosa de salud, sino de sentido común: tres pesos en la bolsa y así. Pero todo era gratis. No pasó mucho tiempo para terminar vulgarmente ebrio, aunque mis ánimos mejoraron, por lo menos. Hace tiempo que dejé de profesar la fe alcóholica, lo que no deja de ser incómodo, pero beber solo restituye cierta dignidad perdida. No recuerdo cuándo fue que dejó de serme prioridad. Tal vez tras aquella vez que, en una fiesta de la chica del greñas, me pusé brutalmente mal, al grado -mi primera vez- de no recordar cosas. La verdad yo creía que eso sólo pasaba en los comerciales y las películas ("Pasa en las películas, pasa en la vidad real", cuanta sabiduría tiene la publicidad). El lunes siguiente amanecieron solicitudes del hi5 de gente que, sólo después me enteraría, conocí aquel día:
-Greñas: ...Es su hermana. ¿Neta no te acuerdas, Bob?, que hasta le dio un llegue al mezcalito directo de la botella que traías y le dijiste: "A partir de ahora eres más hombre que yo".
-¡Oh, qué gran frase!

Como sea, todo acabó bien, no ganamos el premio que se podía ganar (y a juzgar por dos de los ganadores no estábamos ni remotamente cerca), pero, ¿quién necesita los concursos? Odio los concursos. Una vez, cuando niño, en un McDonalds rifaban entre los niños que se encontraban en la zona de juegos un carrito hot-wheels que lo mojabas con un hielo y cambiaba de color. Escribí mi nombre en un papelito con mi letra atropellada: Ro-ber-to Gar-cí-a. Cuando a un niño se le detecta mala letra ya no hay nada que hacer, es permanente, lo sé por experiencia. Todas mis boletas de primaria ostentan calificaciones arrogantes pero siempre con la recomendación: "mejorar letra". Y ahí está esta adolescente torpe que trabaja en vacaciones de verano y organiza los concursos del restaurante porque asegura que le gustan los niños y saca un papel: "Roberto G-gomez. ¡Qué coincidencia, otro Roberto!, pensé. Nadie respondió. La pendeja se las había arreglado para modificar el garcía por gomez. Y repetía el nombre sin dueño, y la indignación, con todo y mis ocho o nueve años, se apoderaba de mí y me negaba a decir que tal vez, sólo tal vez, se refería a mí. En serio, qué pendeja. ¿Por qué exagerar la mala letra? Habla mal de quien hace como que no entiende. Pereza mental, eso les digo. A la semana siguiente volímos al McDonalds y esta vez la empleada de la semana anterior no se equivocó. Justicia divina, supongo. Nunca he ganado nada que implique la ansiosa espera del nombre propio a través del micrófono, salvo aquella ocasión en primaria cuando gané un arcón navideño:

-Yo: Vas a ver que me voy a sacar el arcón. Me lo gano o dejo de llamarme Roberto García-Hernández.
-La causante de mis desvelos en primaria: Ay sí.
-La directora: el alumno Roberto García-Hernández...

Y todo es felicidad, más cuando tienes diez años, o cuando existe una causante de tus desvelos a la que no encuentras en el hi5 trece años después, o cuando estás borracho y llevas saco y camisa y el mesero te sugiere una posible remuneración antes de cerrar la barra porque cree que tienes para comprar tus propios sacos y camisas. Pero nos escabullimos a la salida, el Osbaldo y un servidor. Las propinas son un mal, me lo dijo una vez el Ruy y me quedó muy claro. Las propinas están mal, en serio, son un cáncer. Por ejemplo, el IMSS da a sus trabajadores una cantidad ridícula de "incentivos" por hacer su trabajo. ¿Hacerlo bien? No, sólo hacerlo, lo mínimo posible: bonos extras por no llegar tarde, por no faltar más de tres veces, por ir toda la semana. Al final del mes, un obrero de la salud que haya hecho lo que tenía que hacer gana algo así como una tercera parte más por no dejar de hacerlo. Es un ejemplo exagerado pero, en serio, ¿no hay algo mal en recompensar lo mínimo? También soy de la idea que los sindicatos son el arma del diablo. No puedo esforzarme o el sindicato... Es increíble, pero en el mismo siglo se crearon carreras para hacerse rico y organizaciones para trabajar lo menos posible. ¿O los sindicatos son del siglo XIX? Me da igual.
Y luego al día siguiente salgo y toda mi fe en la humanidad se va al diablo cuando me subo al rtp en Periférico, y llegó al salón y me vuelvo a desinflar, y me duermo hora y media. Yo pensé que, de vuelta en la escuela, todo se iba a poner mejor. Error. Y luego me dan motivos para dejar de desinflarme y dejo de hacerlo y acaba el día bien. No es justo. Ya casi no me emociono como antes. He estado escuchando mis discos viejos de Nirvana, en especial el Bleach, eso sí que me emocionaba. Mi recomendación de la semana: Love Buzz y Swap Meet. También he visto, con agrado, que el América se levanta. Ni por un segundo dudé de la victoria ante el atlético pumitas, aunque renegué varias veces cuando pudieron golear a Tecos. Ayer una chica decidió retirar su agrado por un servidor ante la afiliación de rigor:

-¿le vas al América?
-(silbido afirmador)
-Mmm, me caías bien

Ventilar la afición siempre viene a colación, sobretodo cuando uno se topa con esa banda que cree que el futbol arruina el país, separa familias, no es cultura y así. No hago menos que regodearme de aburrimiento cuando alguna analista sesuda y sin marido dice que el futbol es el mal porque nos distrae de los verdaderos problemas y mata el alma y demás. Claro que en extremos innecesarios ya es patológico, como aquel cuate que tenemos que, bien briago, saca la mitad del cuerpo por la ventana del coche y le grita a las prostitutas o a las patrullas: ¡Pumas! Hay tanta verdad en donde a uno le dicen que no la hay: las caricaturas, el futbol, los programas matutinos de variedad. Uno de los objetivos de mi vida, además de ser director técnico de un equipo de futbol llanero, es iniciar complejos ensayos con citas de caricaturas o comics del santos. En la prepa, como parte de un burdo -pero efectivo, snif- programa para apuntalar la autoestima, tus compañeros te escribían tus defectos y tus virtudes en un papel colocado en la espalda. Curiosa inversión, que te escriban condescendencias en un soporte habitual del "pateame" o "escúpeme" es como recibir medallas en la picota. A mí, en un comentario sin remitente, me escibieron "Ve muchas caricaturas".
En resumen, el alcohol sirve sin mucha grandiosidad, en un tono casi clínico, pero sirve. Lamento el tono anodino -más que de costumbre- de este post, hecho mientras veo el fut. Sigue sin ser justo, estoy convencido.


primera llamada
Colectivo Caja Rápida meets la ENAP, Febrero 2008. Estén pendientes.

6 comentarios:

Jo dijo...

la letra puede mejorar, en un ordenador siempre se ve bien.

Si le vas al América algun defecto tenías que tener. sin embargo eso lo paso de largo en la bitacora.
no se como me hallaste, pero a no ser por el coment del américa... espero mi inseminación.

Yo tampoco nunca he ganado nada, mas que un concurso de ortografía y curiosamente a veces esta cosa no me deja poner acentos!

La verdad me quede enganchada por la forma en como vas enganchado las letras.

pd: yo tambien necesito novio.

MACARIO dijo...

Estoy de acuerdo, los pinches sindecatos son el cáncer de este país.

Anónimo dijo...

Opino que el deseo de dirigir un equipo llanero es lo más loable que le leído, amigo Bob. Si algún buen agüero lo hace posible, no tengo más que ofrecer mis servicios como auxiliar o, de jodido, aguador (Recuerdo los simpsons: "Pronto llegaremos a California, Pipino", o algo así).

Las propinas son, en efecto, un mal. Estamos tan acostumbrados a hacer las cosas mal que nos congratulamos con incentivos que ni siquiera deberían de existir. Un mesero no tendría por qué neceistar malabarear propinas a fin de semana si tuviera un sueldo digno.

Compartimos la mala letra y la afición. Vea más seguido el fut al escribir, Bob, que este post me ha parecido muy disfrutable, tal vez el mejor de los que le conozco.

Radharani dijo...

Eso de perderse en los alcoholes no es banda, ira que yo tambien pensaba que eso no sucedía hasta que me toco ver cosas feas, muy feas!

Esa anecdota del macdonals es cruel, y me recuerda una vez que alguien ganó un premio con un ensayo con el mismo tema que el mio y yo juraba que algo habia pasado, que si habia sido el mio por los argumentos que dio el profesor.
La verdad, querido amigo, nunca la sabremos, lo que si es que esos asuntos nos vuelven mas amargados y menos buenas personas. Bonito el asunto pues.

El silbido afirmador es la onda, hasta la fecha no se como reproducirlo en messenger.

sirako dijo...

que miedo, esperaré.


después de este post, también yo quiero tu simiente.

C. De La O dijo...

Nirvana plus depresión egals...
¡Qué nadie te ha dicho como acaba eso!
¡Ánimo! Que Suéter espera esa intervención suya.