18 nov 2007

Perdió el América. El pendejo de Rodrigo López no falló una sino dos veces el mismo penalty. No va a volver a cobrar uno en años. Brailovsky dice que no hay que ensañarse con él, que pocos jugadores tienen los pantalones para cobrar un penalty fallado de nuevo. Yo en verdad esperaba que las águilas dieran la vuelta y no lo veía tan difícil. Esta semana ha sido eterna y terrible, la más cruel. El lunes comenzó a sangrarme la nariz justo antes de tomar el camión en Periférico, me sudaban las manos, en algún momento me dolía la cabeza. Al día siguiente se murió el canario. Era un buen canario, cuando llegaba a casa lo saludaba y hacía algún sonido, también cuando cocinaba y me asomaba por el marco de la puerta para ver la tele en la sala. No era canario sino canaria, aunque yo me dirigía a él y no a ella, pero eso no dificultaba la comunicación. Me enojó bastante el que se muriera. A pesar de haber un par de cosas buenas en estos últimos días (como volver a ver y trabajar con una persona muy querida a la que hacía tiempo no veía o haber sido una semana particularmente productiva en el taller o la presentación de John Duncan en el X Teresa el viernes), por alguna razón estuve a punto de matar a alguien varias veces. El conductor del camión del lunes me dejó una parada más adelante, algo así como diez minutos más de caminata, hubiera querido echarme a llorar, también el viernes, creo que apreté los puños en el camino.
Ahora quedan un par de pendientes, tengo una boda el próximo sábado, el primero de mis conocidos que se casa. En un principio me alteró la idea, ya no. Desde niño, usar traje me deprime, no sé, creo que me imaginaba que crecía o me hacía más viejo, como si vieras que todo se acelera. Además siempre odié toda reunión o evento familiar: bodas, quince años, primeras comuniones; el que me invitaran se me hacía como una violenta falta de respeto hacia mi persona, una agresión abierta. Tal vez tenga que ver que no tengo un sólo familiar de mi edad y que en dichas celebraciones me la pasaba entre tías y parientes lejanos, evadiendo la engorrosa obligación de bailar hasta que todo acababa; todos mis primos (que no son pocos) me llevan, cuando menos, nueve o diez años, salvo uno, que es un año más grande que yo (y que genealógicamente es mi sobrino) y que era y seguro sigue siendo un imbécil. En alguna ocasión, no sé como pasó, la nariz le sangró mientras jugaba y creo que yo estaba incluido en la escena, hizo las caras de circunstancia necesarias para que sintiera que yo tuve la culpa. Quizá la tuve. Como sea, nunca tuve mucha prisa, y la idea de que esto no sea familiar me agrada, además no tengo traje, ahora mismo me prestan pantalón, saco, corbata y zapatos, yo tengo camisa blanca. Por alguna coincidencia, en la casa hay chocolates y helado al mismo tiempo. Mañana inicio con "Las Partículas Elementales" de Houellebecq, tengo amplia fe en que habrá de mejorar algo. Comienzo con un nuevo cuaderno de trabajo, hasta eso la producción no se detiene, aunque eso no necesariamente ayuda, extraño. No sé, estoy harto.

3 comentarios:

Jessica Sosa Echagaray dijo...

mmmmmm... pues yo he tenido dias peores...
figueres usted que una vez mi jefa dijo al aire una pendejadota por mi culpa (trabajo en radio)

.
.
.lo bueno fue que no se dio cuenta, pero casi me cago de miedo

Miss Pinky dijo...

suena como una semana nefastona, dont worry, la boda si ya fue espero haya sido si no ha sido espero que sea chingona.
muchos besotes

C. De La O dijo...

1- Habemos personas que nada más no la alzamos cuando vestimos traje, eso deprime y no lo culpo por ello.

2- A veces pasa pero la indignación se puede sublimar de tantas formas, casi que un deporte nacional.

3- Necesitas, si no novia, alguien que lo quiera joven.

No se angustie.